Aula Magna

EL DIARIO MONTAÑÉS
16 de septiembre de 1907
Nueva Escuela.


Los periódicos asturianos y leoneses han publicado estos últimos días artículos, sueltos y comunicados en elogio de la escuela inaugurada en Soto de Sajambre, provincia de León, el día 21 del último mes de agosto.

Pocas veces habrán tributado elogios con más justicia por la situación del edificio, su solidez y hermosura, su distribución el selecto y abundante material de qué está dotada, y sobre todo, los nobilísimos sentimientos que impulsaron a su creación y dotación, digno son del mayor encomio.

Pagando muy caro el terreno, el edificio está situado en el mejor el mejor del pueblo, próximo a la iglesia y equidistante de sus extremos; su fachada principal está al mediodía; sus paredes son de piedra y buen cemento, y las esquinas, puertas y ventanas, de sillería finamente labrada. Sobre la puerta del centro, con letras labradas en relieve y un hermoso adorno está la inscripción en que se consigna el año en que se hizo la obra y el nombre del donante don Félix de Martino Díez, con el título de “Hijo Predilecto del pueblo” y un bonito aditamento de piedra esmeradamente labrada y con molduras de buen gusto que sobresale de todo el edificio. Las vigas que sostienen el pavimento de la Escuela son de hierro, la armazón de roble y los trillados de pino de tea. 

Se compone el edificio de un piso bajo destinado a Casa Concejo, otro principal, en el que está instalada la Escuela, un cuarto de enseres y el patio de recreo en el que están instalados la fuente y los retretes, con la debida separación. 

Las puertas de la escuela y del patio son independientes de la que da ingreso a la Casa Concejo y una espaciosa escalera de acceso a la escuela por uno de los lados menores del paralelogramo que mide 13,50 metros de largo por 6,60 de ancho. 

Aula en 1907 
En el lado opuesto a la puerta hay, pendiente de la pared, un hermoso crucifijo de talla, bajo dosel de terciopelo encarnado y debajo de éste un reloj con caja tallada y en ella un barómetro metálico y un termómetro, la derecha izquierda hay dos armarios de nogal y sobre ellos dos preciosos cuadros, en uno de los cuales está el retrato oleográfico de Sus Majestades y en el otro el retrato al óleo del donante; otros dos bonitos cuadros con cristal y marco dorado contienen respectivamente el de honor y el de distribución del tiempo y el trabajo. Completan el mueblaje de la plataforma cinco sillones tallados, de nogal con asiento de cuero y una mesa-escritorio de la misma madera con su carpeta escribanía campanilla y diccionario.

Por todo el perímetro de la Escuela hay un zócalo de madera, con bonitos adornos y pintado al óleo, con el fin de preservar a los niños de la humedad y del frío; y además una hermosa estufa para leña. 

En la actualidad
Las mesas de escritura son bipersonales, de madera de pino de tea, barnizada, con pies de hierro, bancos de respaldo, atriles, tinteros de porcelana y tapas correderas de metal dorado.

Hay carteles de lectura, abundancia de libros de ídem, en prosa, verso y manuscrito; centenares de libros de texto para todas las materias; tableros contadores de enteros, quebrados y decimales y seis grandes encerados; una gran caja de sólidos, compases, reglas y cartabones; esferas y mapas murales, láminas de Historia Sagrada, abundancia de papel gráfico de todas las reglas, plumas, portaplumas, pizarras, pizarrines, ingredientes para tinta, paños de limpieza, plumero, regaderas, escobas, etcétera. 

No está, relativamente, menos amueblada la casa de Concejo: tiene su zócalo y estufa, un armario y cinco sillones iguales a los de la Escuela, como lo es la mesa, carpeta, escribanía y campanilla; y además los bancos suficientes para sentarse con holgura todos los vecinos. 

Otro mérito tiene la Escuela de Soto y es el ser enteramente gratuita, de modo que los niños reciben educación e instrucción sin ningún gasto ni más trabajo que el de asistir puntualmente a la Escuela. El maestro cobrará anualmente 1.500 pesetas y las gratificaciones a que le hagan acreedor los resultados obtenidos en la buena ejecución y el material también se repondrá por el donante a medida que sea necesario. 

El amor a la instrucción, se va despertando en aquel país de una manera que hace concebir halagüeñas esperanzas, ya porque la gente aún la menos instruida, no carece de buen sentido, ya porque la experiencia les demuestra que no aumentando la producción en razón directa de la población la necesidad de emigrar se impone, que la emigración no tiene probabilidades de buen éxito si los jóvenes emigrantes no están convenientemente preparados y que la Escuela bien organizada es la oficina donde se adquiere esta preparación. Así que el solo anuncio de la creación de esta Escuela y sus condiciones, despertó tal interés y curiosidad en los pueblos de la comarca, que todos ansiaban verla; no es de extrañar, por tanto, que el día de la inauguración se viese el pueblo de Soto inundado de gente de todos los pueblos del Ayuntamiento y de los Ayuntamientos colindantes y de otros que están a considerable distancia. Nunca se vio tan animado y favorecido. 

Asistieron a la inauguración el Ayuntamiento en masa, los Párrocos y Ecónomos de todos los pueblos, Don Olegario Díaz Caneja, catedrático del Seminario de León; el juez municipal, el médico y demás personas notables del Ayuntamiento; Don Iñigo Noriega, padre político del donante, y don Telesforo de la Torre de Colombres (Asturias); Don Ramón Crespo, abogado de Riaño; Don Juan Díaz-Caneja, abogado de Palencia; don Francisco Gutiérrez de Cosío (Santander); Antonio Granda de Gijón; diez y seis caballeros de Cangas de Onís y de Parres; Don Valeriano R. Busto y su señora de Santander, y Don Luis Piñán de Madrid. 


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