La
educación es la mejor herencia
“... pero que tengáis en cuenta que yo quiero una escuela buena, sólida construcción, buen material, buena ferretería y hermosa; prefiero que me cueste mil duros más y que sea espléndida escuela a que me cueste dos mil duros menos y no llene mis deseos. Quiero la mejor escuela de la provincia.”
(Félix de Martino a Francisco Díaz-Caneja 6-6-1906 )
“...yo quiero una escuela buena, de sólida construcción, buen material, buena ferretería y hermosa; ... que sea espléndida, ... Quiero la mejor escuela de la provincia.” |
D. Félix de Martino estaba convencido que la
educación era el mejor medio que tenían sus paisanos para superar la pobreza y
alcanzar medios de vida más satisfactorios: “...espero que los muchachos llegarán a
obtener una instrucción completa que los coloque en condiciones de luchar por
la vida como gentes y no como trabajadores y jornaleros”, “...y si salen a buscarse
la vida puedan desempeñar cargos provechosos”
(Félix de Martino, 1906, 1907).
El proyecto escolar, no exento de
dificultades, se llevó a cabo gracias a la importante colaboración de D. Francisco Díaz-Caneja, alcalde del municipio
(1906-1911 y 1916-1917), administrador de la fundación y amigo personal de D.
Félix, y al maestro D.
Leonardo Barriada, trabajador
infatigable y alma de la escuela.
Para el colegio se diseña un
edificio sólido de dos pisos, planta rectangular y marcada horizontalidad que,
aún hoy, destaca entre el caserío circundante. Los gastos de la construcción
ascendieron a 62.000 pesetas, ayudando los vecinos en el trabajo de la edificación
bajo la dirección de los canteros asturianos de Ribadesella. El centro sufrió
una ampliación en 1922 a fin de acondicionar una biblioteca, el gabinete de
Física y el espacio destinado a los alumnos. El conjunto se dota de
instalaciones de alta calidad con los recursos didácticos más avanzados de la
época, lo que complementa con excelencia la labor del docente que D. Félix elige
y cuyos honorarios también financia.
La escuela estaba destinada tanto
a niños como a niñas en una época en la que la instrucción femenina solía ser
escasa y deficitaria. El centro fue reconocido oficialmente como escuela
homologada en el año 1926, permaneciendo abierta desde 1907 hasta 1975 con un único paréntesis provocado
por circunstancias de la familia Martino y por los vaivenes políticos y bélicos
del siglo XX.
La despoblación rural de los años
sesenta congregaba cada año un menor número de niños, cerrando la escuela definitivamente
a principios de los años setenta, siendo una de sus últimas maestras Dª
Engracia Díaz-Caneja Díaz-Caneja.
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